Elegí no callarme

Zapato rosa de niña abandonado entre los escombros de Gaza, símbolo del sufrimiento infantil en contextos de guerra.

Hoy no puedo seguir como si nada.
No sé si estas palabras servirán de algo. Tal vez no cambien nada. Pero necesito escribirlas, porque el mundo —este mundo roto que a veces parece irse a pedazos— me duele profundamente.
Y no quiero ser de los que callan.

Duele Gaza.
Duelen los niños que ya no pueden soñar.
Duelen los que entierran a su familia con sus propias manos.
Duele que sigamos discutiendo quién tiene razón, mientras tantas vidas se apagan.

Comparto aquí lo que sentí y escribí desde esa mezcla de rabia, impotencia y urgencia callada. Ojalá pueda resonar en alguien más.

«Yo no quiero callarme»

No sé si mis palabras cambiarán algo.
No sé si alguien las leerá.
Pero sé que no puedo seguir como si nada.

Porque hay días en los que el mundo duele tanto
que hasta el aire se vuelve un suspiro contenido.
Días en los que uno ya no puede mirar hacia otro lado,
ni esconderse detrás de explicaciones, ni escudos, ni banderas.

No sé cómo se dice esto sin herir,
sin que alguien se sienta atacado.
Pero tampoco sé cómo quedarme en silencio
cuando hay niños bajo escombros,
cuando hay madres llorando a gritos sin que nadie escuche,
cuando hay vidas que desaparecen
mientras otros discuten razones.

No me importa quién tenga razón.
Me importa quién tiene hambre.
Quién no tiene agua.
Quién perdió a su hijo esta mañana.
Quién está enterrando a su familia con sus propias manos.

Me duele Gaza.
Como me duele cualquier lugar donde la humanidad se pierde.
Como me duele este mundo que aprende a acostumbrarse
al horror transmitido en directo,
y sigue cenando como si nada.

Yo no quiero acostumbrarme.
No quiero ser de los que miran y callan.
No quiero ser cómplice del olvido,
ni parte del coro que lo justifica todo por “contexto”.

Sé que no puedo detener esta guerra.
Pero puedo negarme a normalizarla.
Puedo escribir.
Puedo sentir.
Puedo elegir no mirar hacia otro lado.

Y aunque mi voz no sea fuerte,
aunque mis palabras no se impriman en los periódicos,
quiero que al menos quede claro
que yo no fui indiferente.

Que estuve aquí.
Que me dolió.
Y que, aun sin saber cómo,
elegí no callarme.

Si tú también lo sientes así, hazlo tuyo. Compártelo. No dejemos que el silencio sea lo que nos defina.

El amor que no brilla, pero permanece

“El amor que no reclama aplausos, que no reluce, que sangra y permanece.”
“Nadie pedía mensajes solemnes. Él tampoco los ofrecía.”

El que se quedó – Xavier Dueñas

Estamos tan acostumbrados a amar en forma de gestos grandiosos, que a veces olvidamos lo esencial: que el amor verdadero no necesita ser visto.

El médico del relato no tiene nombre. No hace discursos. No pide nada. Solo cuida. Sostiene. Resiste. Y lo hace desde una ternura callada que conmueve hasta los huesos.

Este amor —el que no reluce— es el que sostiene al mundo.
Ese que sangra en silencio y se niega a desaparecer.

Y es tiempo de honrarlo.

Este texto forma parte del relato El que se quedó

Sobrevivir no siempre es suficiente

“Creí que sobrevivir era suficiente… hasta que supe lo que había dejado atrás.”

El abrazo del desconocido – Xavier Dueñas

📖 ¿Y si sobrevivir no basta? ¿Y si lo que realmente nos sostiene no es solo estar vivos, sino sentir que podemos mirarnos al espejo sin apartar la mirada?

Este fragmento es un puñal suave y necesario. Porque todos, alguna vez, creemos que basta con salir del fuego, escapar del peligro, cruzar la línea de meta. Pero hay algo que se queda atrás, algo que también merece ser cuidado: la conciencia, el amor, la mirada del otro.

Sobrevivir es apenas el comienzo. Lo que viene después —reparar, volver, hacerse cargo— es lo que de verdad puede sanarnos.

Este texto forma parte del relato «El abrazo del desconocido«

El miedo, ese idioma que todos entendemos

“Los gritos eran su brújula. Voces sin nombre que le confirmaban que no estaba solo, que otros también huían, que la vida, en su forma más urgente, todavía se abría paso entre el miedo.”

El abrazo del desconocido – Xavier Dueñas

Hoy, más que nunca, vivimos rodeados de alertas, noticias urgentes, incertidumbres cotidianas. El miedo se ha vuelto parte de nuestro lenguaje diario, aunque no siempre sepamos nombrarlo.

Este relato lo dice sin adornos: todos, en algún momento, huimos. Del peligro, de una decisión, de una conversación difícil, del dolor. Y no estamos solos. Esa experiencia compartida de vulnerabilidad nos conecta, nos vuelve más humanos.

📖 El miedo no es una debilidad. Es una señal de que algo importa. Lo esencial es qué hacemos con él. ¿Seguimos huyendo? ¿O, como en esta historia, buscamos el valor para regresar?

Este texto forma parte del relato «El abrazo del desconocido«

¿Podremos perdonarnos por no haber sido quienes soñábamos ser?

“No supe quién era hasta que tuve miedo… y me vi dejar a alguien atrás. Pero hoy, volviendo, supe también quién puedo llegar a ser.”

El abrazo del desconocido – Xavier Dueñas

Hay momentos en los que actuamos de una forma que nos desconcierta, que no esperábamos de nosotros. Y después, viene la pregunta que más duele

📖 ¿Puedo perdonarme por no haber sido quien quería ser, justo cuando más importaba?

Este relato no busca condenar. Nos acompaña en esa pregunta íntima que todos, en algún momento, nos hemos hecho en silencio. Porque fallar duele. Pero también puede abrir una grieta por donde entre algo nuevo: comprensión, humildad, posibilidad.

Perdonarse no es olvidar ni justificar. Es empezar a sanar desde la verdad. Reconocer que no fuimos perfectos… pero aún estamos a tiempo de convertirnos en alguien más digno y más entero.

Este texto forma parte del relato «El abrazo del desconocido«