“No eran solo instrumentos de trabajo. Con esas palmas curtidas que hablaban un idioma antiguo, hecho de actos que solo entienden quienes han vivido mucho y esperado poco.”
Las manos de sal – Xavier Dueñas
En un mundo que idolatra la novedad, que corre detrás de lo último, lo más rápido y lo más brillante, este relato nos recuerda algo esencial: la verdadera riqueza quizá no está en lo nuevo, sino en lo heredado silenciosamente de quienes estuvieron antes.
Hay saberes que no se compran ni se exhiben en redes: la paciencia de esperar la marea, la forma de dar sin esperar aplauso, el valor de sostener la vida en lo cotidiano. Tal vez, más que inventar siempre lo nuevo, deberíamos aprender a mirar lo invisible que ya nos sostiene, esa herencia callada que pasa de manos en manos, sin estridencias.
Este texto forma parte del relato Las manos de sal.