“La imagen quedó algo borrosa. El color no era exacto, el encuadre estaba torcido. Pero era perfecta.”
Domingos con Nora – Xavier Dueñas
En un mundo obsesionado con los filtros y la perfección, esta imagen —una foto movida y desordenada— tiene más verdad que mil selfies pulidas. ¿Por qué? Porque captura un instante de alegría real. De juego genuino. De una risa que no fue ensayada.
Esta historia nos recuerda que lo más valioso no es lo que se ve perfecto, sino lo que se siente verdadero. Que una foto puede salir torcida, pero si refleja un momento compartido con amor, entonces ya lo tiene todo.
Quizá deberíamos empezar a valorar más lo imperfecto que nos hace felices. Porque ahí, en lo desprolijo, es donde muchas veces vive la belleza.
Este texto forma parte del relato Domingos con Nora