Una ternura que no se deja morir

A veces creo que uno no desaparece cuando muere, sino cuando deja de ser nombrado… Tal vez por eso me estoy borrando. Tal vez por eso sueño que me llamas.”

El nombre que me diste – Xavier Dueñas

📖 ¿Qué queda cuando el dolor ha arrasado con casi todo?

A veces, apenas una chispa: la memoria de una voz que no logramos recordar del todo, el eco de un gesto amoroso que nos sostiene desde la sombra.

En El nombre que me diste, la ternura sobrevive como un hilo invisible, quebrado, sí, pero no roto. En cada intento del niño por sostener el recuerdo de su madre, se cuela una humanidad radical, frágil, que desafía el olvido. Es esa ternura —sorda, desgarrada, a punto de apagarse— la que sostiene su resistencia más íntima: la de seguir nombrándose, aunque ya nadie lo haga.

Este texto forma parte del relato El nombre que me diste.

Cuando el alma grita por dentro

“Tal vez fue mi alma, esa que creía muerta, la que gritó por dentro.”

El nombre que me diste – Xavier Dueñas

Hay silencios que nos asfixian. Pero también hay silencios que nos despiertan. Porque incluso en los momentos más oscuros, algo en nosotros insiste. Una voz pequeña, quebrada, pero viva.

📖 ¿Qué pasa con todo lo que no nos atrevemos a decir en voz alta? ¿A dónde va el dolor que se calla, la verdad que no encuentra forma?

Esa voz no necesita palabras ni escenario. A veces basta con que alguien la escuche, aunque sea uno mismo. Porque hay dolores que no buscan consuelo, sino testigos.

Este grito del alma, que el relato nos deja escuchar, no es un llamado de auxilio: es una declaración de vida. Y escucharla puede cambiarlo todo.

Este texto forma parte del relato El nombre que me diste

Olvidar es otra forma de violencia

“Ese silencio me dolió más que los golpes. Porque no nacía del miedo, sino de la resignación.”

El nombre que me diste – Xavier Dueñas

Vivimos en un mundo que castiga el sentir. Que premia el silencio ante el sufrimiento del otro. Y en ese mundo, el olvido puede ser más letal que el castigo.

📖 ¿Cuánto dolor generamos por mirar hacia otro lado? ¿Cuánto sufrimiento se perpetúa en nombre de la costumbre?

No mirar, no preguntar, no recordar. Esa también es una forma de violencia. El relato nos obliga a preguntarnos: ¿qué estamos dejando de ver? ¿A quién estamos dejando solo en su herida?

El silencio cómplice, la resignación colectiva, es uno de los rostros más invisibles del abandono. Recordarlo es el primer paso para volver a ser humanos.

Este texto forma parte del relato El nombre que me diste

El vacío de no ser nombrado

“Aquí nadie me nombra como tú lo hacías. Nadie dice mi nombre con ternura. Nadie lo pronuncia con esperanza. Tal vez por eso me estoy borrando.”

El nombre que me diste – Xavier Dueñas

El abandono emocional no siempre grita. A veces, solo se escucha en lo que falta. En la ausencia de una palabra dicha con amor. En el eco que no llega.

📖 ¿Qué queda de nosotros cuando nadie nos llama con ternura?

En tiempos donde la comunicación abunda pero el reconocimiento escasea, este relato nos hace volver a lo esencial: todos necesitamos ser llamados por alguien que nos mire con afecto. Que nos recuerde que somos más que nuestras heridas, más que nuestra función, más que nuestra apariencia.

Ser nombrado con esperanza es una forma de ser amado. Y no recibir ese gesto puede borrar lentamente todo lo que fuimos.

Este texto forma parte del relato El nombre que me diste

Nombrar es resistir

“El nombre era mío. Era tuyo. Era nuestro. Era la raíz que seguía viva, incluso bajo la tierra quemada.”

El nombre que me diste – Xavier Dueñas

Hay nombres que se convierten en trinchera. En un mundo que nos impone etiquetas, ser llamado por nuestro nombre verdadero es una forma de salvación. Es el gesto más simple y, al mismo tiempo, el más profundo: alguien te reconoce, te recuerda, te afirma.

📖 ¿Cuántas veces hemos sentido que al perder nuestro nombre, perdíamos también nuestra historia?

En contextos de violencia o desarraigo, recuperar el propio nombre no es un acto simbólico. Es un acto de insurrección íntima. Porque nombrarse a uno mismo, en silencio o en voz alta, es negarse a desaparecer por completo. Es una forma de decir: sigo aquí.

Este texto forma parte del relato El nombre que me diste