«A veces basta con darles asiento, como quien ofrece una taza de té a un viejo dolor que ya no quiere hacer daño, solo ser reconocido.»
Donde el silencio me espera – Xavier Dueñas
No todo lo que duele debe ser eliminado. Algunas heridas necesitan ser miradas, no con rechazo, sino con ternura. No para revivir el sufrimiento, sino para integrarlo, para dejar que hable y, poco a poco, se vuelva parte de nuestra historia sin dominarnos.
Esta imagen tan sencilla —invitar al dolor a sentarse— nos recuerda que el alma también sana cuando la tratamos con amabilidad.
Este texto forma parte del relato Donde el silencio me espera