“Hay dolores que no se disuelven, pero encuentran lugar. Hay silencios que no vacían, sino que abrazan.”
Las manos de sal – Xavier Dueñas
Vivimos en una sociedad que nos empuja a “superar” lo difícil, como si el dolor fuera un obstáculo que hay que borrar. Pero la vida enseña otra cosa: no siempre se trata de vencer la herida, sino de aprender a llevarla, darle un espacio, permitir que se asiente sin destruirnos.
En esa aceptación se esconde una madurez profunda: la de quien sabe que no todo se cura, pero que también lo que permanece puede transformarse en fuerza y en ternura.
Este texto forma parte del relato Las manos de sal.