Cuando dejamos de ser personas

Aquí no somos personas. Somos gritos, órdenes, cuerpos que se arrastran.

El nombre que me diste – Xavier Dueñas

Hay lugares —físicos, mentales, históricos— donde la humanidad se desactiva. Donde todo lo que nos hacía alguien se convierte en función, obediencia, pura supervivencia.

En El nombre que me diste, esta frase golpea como una sentencia. Porque nombra con crudeza lo que muchos sistemas prefieren maquillar: que hay contextos donde la infancia se convierte en un cuerpo útil, moldeado para el uso, pero despojado de identidad.

Nombrar esta deshumanización es el primer paso para resistirla. Y por eso esta frase no se olvida. Porque una vez escrita, ya no puede borrarse del todo.

Este texto forma parte del relato El nombre que me diste.

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