“No eran solo instrumentos de trabajo. Con esas palmas curtidas que hablaban un idioma antiguo, hecho de actos que solo entienden quienes han vivido mucho y esperado poco.”
Las manos de sal – Xavier Dueñas
Heredar no siempre significa recibir objetos, casas o documentos. A veces lo más valioso es invisible: un modo de estar en el mundo, una manera de mirar con paciencia, un gesto aprendido en silencio que pasa de generación en generación.
Tal vez esa sea la verdadera herencia: la que se transmite en cómo escuchamos, en cómo trabajamos, en cómo cuidamos de los demás sin esperar nada a cambio. Un legado que no se guarda en un armario, sino en la forma en que habitamos la vida.
Este texto forma parte del relato Las manos de sal.