“Esa noche, el pueblo fue un cuerpo entero suspendido en el aire. El silencio habitó las casas, los bares, las calles. Nadie encendió música. Nadie entró al mar.”
Desde la orilla – Xavier Dueñas
📖 ¿Recuerdas la última vez que un lugar entero se detuvo para guardar silencio?
No por imposición, ni por consigna… sino porque algo en el alma colectiva supo que no hacía falta decir nada. Que el dolor, cuando es compartido, no necesita palabras. Solo respeto.
Vivimos en un mundo donde todo se expresa, se publica, se grita. Pero hay momentos que solo pueden ser honrados con una pausa. Con ese tipo de silencio que une, que consuela sin tocar, que no juzga ni exige.
Este fragmento de Desde la orilla retrata uno de esos instantes raros y preciosos: cuando la comunidad entera eligió el silencio como forma de duelo. Sin discursos. Sin banderas. Solo quedarse. Solo estar.
Tal vez, en este tiempo que corre tan deprisa, necesitemos volver a aprender ese tipo de silencio. No como ausencia, sino como abrazo.
Este texto forma parte del relato Desde la orilla, una historia que narra con ternura y verdad lo que pasa cuando el mar se lleva demasiado, y lo único que queda es acompañar.