“Mis manos aprendieron a callarse. Y desde entonces, no han vuelto a contarme nada.”
El nombre que me diste – Xavier Dueñas
Hay silencios que no son paz, sino violencia que ha echado raíces. En El nombre que me diste, ese silencio es tan profundo que ha llegado al cuerpo: manos que ya no tiemblan, miradas que no buscan consuelo, voces que olvidaron cómo sonar.
📖 ¿Se puede regresar desde ahí? ¿Se puede recuperar una voz que fue acallada hasta la médula?
El relato no ofrece respuestas, pero deja una grieta abierta por donde quizás, con tiempo y ternura, algo puede volver a hablar.
Este texto forma parte del relato El nombre que me diste.