“Todo lo que sé del alma humana lo aprendí en aquellas miradas que me preguntaban cosas que ni los mayores sabían responder.”
“Mi mundo siempre ha sido un puñado de caminos de polvo, en los surcos de la huerta y en los cuadernos de los niños que aprendían a escribir su nombre conmigo.”
Donde aún susurra la tierra – Xavier Dueñas
📖 ¿Cuánto de quienes fuimos está aún latiendo en lo que hacemos sin pensar? ¿Y cuántas veces, sin saberlo, repetimos un gesto heredado, una ternura transmitida sin palabras?
A veces creemos que quienes nos criaron —nuestras abuelas, nuestras maestras, nuestras madres— ya no están. Pero de pronto nos descubrimos encendiendo la estufa como ellas, preparando un guiso como ellas, acariciando el pelo de un niño con la misma cadencia. Y entonces entendemos: siguen ahí.
Esta entrada nace del recuerdo de esas mujeres silenciosas y sabias, que no dejaron grandes frases para la historia, pero sembraron presencia en lo pequeño, lo cotidiano, lo esencial.
Este texto forma parte del relato Donde aún susurra la tierra