Antes de leer
Este relato nace del deseo profundo de acompañar con palabras, a quienes han cruzado lo insoportable. Es una ficción anclada en lo real, escrita desde la escucha y el respeto, con la certeza de que narrar también puede ser una forma de honrar.
He elegido escribir desde la intimidad, confiando en la fuerza de lo cotidiano, en la resistencia silenciosa de los cuerpos que permanecen y en la dignidad que persiste incluso entre los escombros.
Mi intención no ha sido explicar ni representar, sino tender un hilo, un susurro que busque conexión. Si este relato conmueve, si despierta una mirada más atenta o una compasión más honda, habrá cumplido su propósito.
Empieza el viaje
Huellas en la arena es un relato devastador y luminoso a la vez, escrito desde la intimidad de una voz que ha sobrevivido a lo insoportable y que convierte la narración en un acto de resistencia. La protagonista rememora su vida antes de la violencia: las rutinas sencillas del pan al amanecer, el cuidado amoroso de su hermana y la sensación frágil de un mundo que comenzaba a deshacerse en silencio . Esa calma inicial contrasta con la irrupción brutal de la guerra, descrita en escenas de una crudeza contenida que narran la desaparición de los hombres, el avance de los soldados y la violación que quiebra su existencia sin romper del todo su voluntad .
El éxodo posterior, junto a una columna de mujeres y niños exhaustos, despliega una mirada delicadísima sobre el dolor compartido y las pequeñas chispas de humanidad que permiten seguir caminando: la palabra temblorosa de su hermana tras días de silencio, la ayuda silenciosa de una mujer extraña, el dibujo de un árbol seco trazado con un palo en la tierra .
La llegada al campo de refugiados abre el último gesto de resistencia: escribir. La protagonista llena un cuaderno para dar forma al dolor, para nombrarse viva, para asegurar que su historia —y la de su hermana— no se pierda en la multitud anónima de la guerra .
Con una prosa serena y punzante, Huellas en la arena honra la dignidad de quienes sobreviven narrándose.