“No levanté el arma. No fingí. Solo me quedé así, inmóvil… Y desde entonces, nada ha vuelto a ser igual.”
El nombre que me diste – Xavier Dueñas
Incluso en los escenarios más oscuros, donde el cuerpo es forzado a obedecer sin cuestionamientos, hay un núcleo que resiste. No siempre se manifiesta con gestos grandes. A veces es una negativa muda. Un temblor. Una mirada.
El nombre que me diste narra ese momento donde el alma, que parecía apagada, alza su voz sin palabras. El silencio de la desobediencia se convierte en una afirmación del yo más profundo. Y ahí, en ese “no” que no se dice, pero se siente, aparece la grieta por donde entra la dignidad.
Este texto forma parte del relato El nombre que me diste.