Antes de leer
Hay lugares donde la infancia no se mide en cumpleaños, sino en refugios subterráneos y en colores apagados por el polvo. Lugares donde los niños no temen al sonido de una sirena, sino a su ausencia.
Este relato no busca llevarte al frente de una batalla ni a las cifras que la sostienen, sino a ese espacio mínimo donde dos cuerpos respiran juntos en la penumbra, intentando permanecer enteros.
Empieza el viaje
La canción de las sirenas es un relato profundamente conmovedor que explora la infancia en guerra desde un ángulo íntimo: el de un niño que solo puede dormir cuando escucha el ulular de las sirenas. Allí donde otros encuentran alarma y huida, él encuentra la única música que todavía le resulta familiar, un refugio sonoro en medio del caos .
El relato acompaña a esta madre e hijo en su subsuelo de paredes agrietadas, donde la rutina del miedo ha sido sustituida por una delicada coreografía de supervivencia. La madre, incapaz ya de cantar nanas, aprende a convertir la amenaza en arrullo: primero reproduciendo las sirenas con un viejo teléfono, luego, cuando la guerra calla, imitando con su propia voz ese lamento para calmar a su hijo en la noche del bombardeo inesperado .
La escuela subterránea, los dibujos de sirenas azules, el gesto silencioso de compartir unos auriculares con otro niño aterrorizado, y la dolorosa partida del padre construyen un mundo donde la ternura resiste incluso entre escombros y detonaciones .
Con un estilo delicado, preciso y profundamente humano, La canción de las sirenas convierte el sonido que anuncia el horror en un símbolo de cuidado y vínculo, recordándonos que incluso en la guerra hay amores capaces de reinventar la manera de proteger.
