El nombre que me diste

Antes de leer

Este relato no pretende explicar un conflicto ni tomar posición en una tierra herida por demasiadas palabras vacías. Solo nace del silencio —ese en el que caen las vidas que no cuentan para nadie— y del deseo de escuchar una voz que, sin alzarse, sin gritar, sin pedir, aún es capaz de decir: “yo sigo aquí”.

Escribí esta historia con la certeza de que, incluso en los lugares donde todo parece perdido, existe una ternura que se resiste a morir. Y que, a veces, basta con sostener un nombre entre los labios para que la humanidad no desaparezca del todo.

Empieza el viaje

El nombre que me diste es un relato contado en forma de carta que ilumina, desde la intimidad y la devastación, la voz de un niño soldado que intenta recuperar aquello que la violencia le arrebató: su nombre, su memoria y su humanidad. Escrito desde un campamento en la selva, el narrador le escribe a su madre muchos años después, intentando reconstruir la identidad que le fue robada el día en que lo despojaron de su nombre y lo reemplazaron por un apodo cruel que lo reduce a objeto y obediencia .

En un lenguaje poético y desgarrador, el texto recorre su paso por el reclutamiento forzado: el aprendizaje del miedo, la transformación del cuerpo en arma, la anulación del llanto y el silencio impuesto como única forma de supervivencia . Sin caer en el morbo, el relato muestra cómo la brutalidad del entorno convive con destellos de memoria que resisten: el olor del cuello de la madre, una canción nocturna, y, sobre todo, el nombre que ella le dio y que él intenta pronunciar para no desaparecer .

En uno de los momentos más potentes, el niño desobedece una orden de matar, gesto que lo condena físicamente pero que reaviva su identidad profunda .

El nombre que me diste es una elegía luminosa sobre la memoria y la dignidad: un recordatorio de que, incluso en la oscuridad más absoluta, un nombre puede seguir siendo un puente hacia la vida.